Todos concordaremos en que cuando nos enfrentamos a una
clase, nos estamos enfrentando a una realidad diversa. ¿Qué entendemos por
diversidad?
Para Rachel
Orr, profesora de primaria en el Reino Unido,
la diversidad es como la talla de los zapatos. Si los zapatos que calzamos son
muy grandes significa que no se han asentado bien las bases del aprendizaje
anterior, existen muchas lagunas y resulta demasiado grande el paso a dar. Si,
por el contrario, los zapatos son muy pequeños, el aprendizaje no presenta reto
alguno y puede generar falta de interés y desconexión con el aprendizaje.
Necesitamos la talla de zapatos adecuada que suscite el interés, la emoción y
curiosidad adecuada para que se produzca el verdadero aprendizaje. Se adivina en esta definición una intuición de esa
singularidad de cada estudiante a la que dar respuesta. Para ello, es necesario
conocer bien al alumnado para adecuarnos a los diferentes estilos de
aprendizaje presentes en el aula.
Una de las quejas principales del profesorado es que no
disponen del tiempo suficiente en el aula para poder llevar a cabo una atención
personalizada del alumnado. Y es aquí donde entra en juego el Flipped
Learning (en adelante, FL), como una opción interesante.
Cuando pensamos en FL, lo primero que nos viene a la cabeza
es la creación de vídeos, pero, en realidad, ésa es tan solo una parte. FL se
organiza en dos espacios: el individual, donde se produce la transferencia de
información, y el grupal, dedicado al
aprendizaje activo.
El espacio individual permite al alumnado trabajar a su
propio ritmo, sin ningún tipo de restricción de tiempo. Las estrategias de
diversificación que se implementan a través de los vídeos, bien en relación al
contenido, proceso o producto, tienen por fin adaptarse a los diferentes ritmos
y estilos de aprendizaje.
Por su parte, el espacio grupal es esencial en el
aprendizaje de una segunda lengua ya que representa el aspecto social. Es el
espacio que permite la interacción con otros alumnos utilizando la
lengua aprendida y haciendo que todo el
aprendizaje cobre sentido. Es el lugar para la colaboración cooperación,
interacción y aprendizaje entre pares.
FL funciona como un marco donde se conjugan diferentes
metodologías, dotando del tiempo y espacio necesario para la atención
personalizada al alumnado en el proceso de aprendizaje. Como apunta John Bergman, FL promueve el aprendizaje
activo, centrado en problemas y retos, permitiendo personalizar el aprendizaje
en el espacio individual y repensar cómo utilizar el espacio grupal. En el caso
del aprendizaje de idiomas, nos permite dedicar el espacio grupal a actividades
más centradas en la producción.
Obviamente, FL requiere de una planificación minuciosa por
parte del docente, ya que debe preparar actividades específicas a desarrollar
por el alumnado antes, durante y después de la sesión de clase, atendiendo a la
Taxonomía de Bloom. De acuerdo con dicha taxonomía, se reservan para el espacio
individual las tareas de nivel taxonómico bajo, tales como la comprensión y
repaso de contenidos, mientras que se dedica el espacio grupal para las tareas
de nivel taxonómico alto, como la aplicación, análisis y evaluación de
conocimiento. En definitiva, se está rediseñando el tiempo de clase de tal
manera que resulte más beneficioso para el alumnado, reservando las tareas
más exigentes para el espacio grupal en
el que el alumnado cuenta no solo con el docente como guía sino también con el
apoyo de sus compañeros.
Debemos tener presente que todo el tiempo que empleemos en
una buena planificación, va a ser tiempo que ganemos para acompañar, guiar y
apoyar a nuestro alumnado en su proceso de aprendizaje. En mi experiencia, la
aplicación de FL a la enseñanza de inglés como segunda lengua ha resultado muy
útil a muchos niveles:
- Ha provisto al alumnado de tiempo para dedicar a la producción oral y escrita en la segunda lengua, que suele presentar cierta dificultad al alumnado;
- Ha permitido que el alumnado trabaje sobre los diferentes aspectos de la lengua a su propio ritmo en el espacio individual, con el objeto de que estar preparados para desarrollar las tareas en el espacio grupal;
- Ha contribuido al desarrollo de la auto-estima así como a la cohesión del grupo, ya que cada individuo siente que está contribuyendo al grupo;
- Ha contribuido a la mejora del clima de aprendizaje en el aula, al convertirlo en un espacio seguro, libre de restricciones, lo que tiene un impacto directo y positivo en el aprendizaje del alumnado.
Pero, quizá, lo más importante, es que FL ha contribuido a
que el alumnado sea consciente de sus propias habilidades como aprendientes,
aspecto que nunca se debe dar por sentado: “I
didn’t know I was able to tell my teacher about the technological problems that
I had got, but I could and it was great!” El debate está servido.
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