viernes, 14 de agosto de 2020

BLENDED LEARNING Y LA EDUCACIÓN DE ADULTOS

 

Una oportunidad de aprendizaje en tiempos de crisis… y no crisis

 

“Learning is a change in the individual, due to the interaction of that individual, and his environment, which fills a need and makes him more capable of dealing adequately with his environment.” (Burton, 1963)

Si el aprendizaje debe centrarse en dar respuestas a las necesidades del alumnado, se entiende, por tanto, que todos los diseños y procesos educativos así como las estrategias de aprendizaje deben adaptarse a los distintos perfiles de aprendientes. En consonancia con esto, el presente artículo defiende el blended learning como alternativa a los enfoques educativos existentes en la enseñanza de adultos.

Cuando hablamos de enfoques y metodologías, automáticamente los calificamos de pedagógicos, sin caer en la cuenta de que etimológicamente hace referencia a “guiar a un niño, con lo que estamos partiendo de una premisa equivocada, dado que el perfil de aprendiente de un niño o adolescente no es igual al de un adulto.

La andragogía, que, etimológicamente, significa “guiar a un hombre”, defiende que el alumnado adulto aprende de manera diferente al infantil o adolescente y aboga por dar una respuesta acorde a sus necesidades. Tradicionalmente, ha habido una uniformidad en cuanto a los diseños educativos con independencia del tipo de alumnado al que fuera dirigida dicha enseñanza. Es momento, por tanto, de reflexionar sobre el perfil del alumnado adulto para dar mejor respuesta a sus necesidades.El alumnado adulto se caracteriza por ser autónomo y tener una motivación intrínseca, derivada de las diferentes necesidades que experimenta y que necesitan ser satisfechas. En relación con esto, su aprendizaje suele ser eminentemente práctico y estar orientado a la vida. Se establece aquí una diferencia radical entre el alumnado adulto y el infantil, dado que el primer grupo cuenta con una trayectoria vital que el segundo aún está desarrollando.

Por otra parte, el alumnado adulto suele adolecer de falta de tiempo, dado que tiene que conjugar su vida profesional con la personal y la académica. Este es un punto importante que no siempre se ha tenido en cuenta a la hora de realizar los diseños educativos ni las ofertas formativas, en su mayoría de gran carga horaria presencial.

En esta línea, el blended learning supone una buena oportunidad para el aprendiente adulto ya que permite flexibilizar los tiempos de aprendizaje presencial y no presencial. Uso el término inglés porque aglutina muchos más aspectos que la traducción al castellano. Hablar de blended learning es hacer referencia a una enseñanza semi-presencial, pero también a la combinación de recursos analógicos y/o digitales y, no menos importante, la implementación de diferentes metodologías que favorecen el desarrollo competencial del alumnado.

Hemos hablado de la necesidad de flexibilizar los diseños educativos con el fin de dar mejor respuesta a las necesidades del alumnado y el blended learning permite adoptar diferentes modelos y estrategias de aprendizaje, como es el caso del flipped learning, el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje basado en retos o el aprendizaje basado en la investigación, entre otros, que aseguran una atención más personalizada.

El hecho de que el flipped learning distinga entre el espacio individual y grupal, normalmente coincidentes, aunque no necesariamente, con el aprendizaje virtual o presencial, respectivamente, favorece que el proceso de aprendizaje sea un continuum; el contar con recursos analógicos y digitales, acorde con los momentos presenciales o virtuales del proceso de aprendizaje, posibilita que este no se vea constreñido a las limitaciones espaciales y temporales de la escuela tal y como la conocemos. 

El aprendizaje es ubicuo y experiencial, y como tal, no se circunscribe a un lugar ni momento concreto sino que surge a partir del entorno. En el caso del alumnado adulto esto es claro, ya que está constantemente haciendo referencias a momentos vitales presentes o pasados, que incorporan a su proceso de aprendizaje. De hecho, hay un continuo trasvase de experiencias de los diferentes contextos en los que se circunscribe el alumnado adulto al aula, y viceversa.

Nadie duda de que el componente social de la enseñanza es esencial ni se está renunciando aquí a la presencialidad de la educación pero también es cierto que siempre se ha defendido la necesidad de crear un entorno de aprendizaje en el que el alumnado se sienta seguro, tanto física como psicológicamente. 

Dada la situación tan incierta en la que nos encontramos, es necesario apostar por alternativas que tengan en cuenta dicha premisa. En ese sentido, el blended learning supone una buena opción ya que permitiría ratios más pequeñas en el espacio grupal así como que el aprendizaje que en este se diera fuera más significativo. Es decir, por una parte, estaríamos minimizando el riesgo en el aula, al reducir las ratios, y por otra, sacando el máximo rendimiento a dicho encuentro. En el caso de no poder contar con una presencialidad física, por razones de fuerza mayor, como ha ocurrido en los meses de confinamiento que hemos vivido recientemente, esto se podría trasladar a una presencialidad virtual.

Que el aprendizaje es ubicuo y no se restringe al aula física sino que va mucho más allá, es un hecho irrefutable que se ha puesto de manifiesto en este tiempo excepcional de confinamiento que hemos vivido. Si bien las personas nos hemos visto restringidas a un espacio limitado, hemos traspasado los muros de nuestros hogares para procurar encuentros virtuales con el resto de las personas, y la educación no ha sido ni puede ser ajena a ello. El debate está servido.

 

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