Una oportunidad de aprendizaje en tiempos de crisis… y no crisis
“Learning is a
change in the individual, due to the interaction of that individual, and his
environment, which fills a need and makes him more capable of dealing
adequately with his environment.” (Burton, 1963)
Si el
aprendizaje debe centrarse en dar respuestas a las necesidades del alumnado, se
entiende, por tanto, que todos los diseños y procesos educativos así como las
estrategias de aprendizaje deben adaptarse a los distintos perfiles de
aprendientes. En consonancia con esto, el presente artículo defiende el blended
learning como alternativa a los enfoques educativos existentes en la
enseñanza de adultos.
Cuando
hablamos de enfoques y metodologías, automáticamente los calificamos de
pedagógicos, sin caer en la cuenta de que etimológicamente hace referencia a
“guiar a un niño, con lo que estamos partiendo de una premisa equivocada, dado
que el perfil de aprendiente de un niño o adolescente no es igual al de un
adulto.
La
andragogía, que, etimológicamente, significa “guiar a un hombre”, defiende que
el alumnado adulto aprende de manera diferente al infantil o adolescente y
aboga por dar una respuesta acorde a sus necesidades. Tradicionalmente, ha
habido una uniformidad en cuanto a los diseños educativos con independencia del
tipo de alumnado al que fuera dirigida dicha enseñanza. Es momento, por tanto,
de reflexionar sobre el perfil del alumnado adulto para dar mejor respuesta a
sus necesidades.El alumnado adulto se caracteriza por ser autónomo y tener una
motivación intrínseca, derivada de las diferentes necesidades que experimenta y
que necesitan ser satisfechas. En relación con esto, su aprendizaje suele ser
eminentemente práctico y estar orientado a la vida. Se establece aquí una
diferencia radical entre el alumnado adulto y el infantil, dado que el primer
grupo cuenta con una trayectoria vital que el segundo aún está desarrollando.
Por otra
parte, el alumnado adulto suele adolecer de falta de tiempo, dado que tiene que
conjugar su vida profesional con la personal y la académica. Este es un punto
importante que no siempre se ha tenido en cuenta a la hora de realizar los
diseños educativos ni las ofertas formativas, en su mayoría de gran carga
horaria presencial.
En esta
línea, el blended learning supone una buena oportunidad para el
aprendiente adulto ya que permite flexibilizar los tiempos de aprendizaje
presencial y no presencial. Uso el término inglés porque aglutina muchos más
aspectos que la traducción al castellano. Hablar de blended learning es
hacer referencia a una enseñanza semi-presencial, pero también a la combinación
de recursos analógicos y/o digitales y, no menos importante, la implementación
de diferentes metodologías que favorecen el desarrollo competencial del
alumnado.
Hemos hablado
de la necesidad de flexibilizar los diseños educativos con el fin de dar mejor
respuesta a las necesidades del alumnado y el blended learning permite
adoptar diferentes modelos y estrategias de aprendizaje, como es el caso del flipped
learning, el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje basado en
retos o el aprendizaje basado en la investigación, entre otros, que aseguran
una atención más personalizada.
El hecho de
que el flipped learning distinga entre el espacio individual y grupal,
normalmente coincidentes, aunque no necesariamente, con el aprendizaje virtual
o presencial, respectivamente, favorece que el proceso de aprendizaje sea un continuum;
el contar con recursos analógicos y digitales, acorde con los momentos
presenciales o virtuales del proceso de aprendizaje, posibilita que este no se
vea constreñido a las limitaciones espaciales y temporales de la escuela tal y
como la conocemos.
El aprendizaje
es ubicuo y experiencial, y como tal, no se circunscribe a un lugar ni momento
concreto sino que surge a partir del entorno. En el caso del alumnado adulto
esto es claro, ya que está constantemente haciendo referencias a momentos
vitales presentes o pasados, que incorporan a su proceso de aprendizaje. De
hecho, hay un continuo trasvase de experiencias de los diferentes contextos en
los que se circunscribe el alumnado adulto al aula, y viceversa.
Nadie duda de
que el componente social de la enseñanza es esencial ni se está renunciando
aquí a la presencialidad de la educación pero también es cierto que siempre se
ha defendido la necesidad de crear un entorno de aprendizaje en el que el
alumnado se sienta seguro, tanto física como psicológicamente.
Dada la
situación tan incierta en la que nos encontramos, es necesario apostar por
alternativas que tengan en cuenta dicha premisa. En ese sentido, el blended
learning supone una buena opción ya que permitiría ratios más pequeñas en
el espacio grupal así como que el aprendizaje que en este se diera fuera más
significativo. Es decir, por una parte, estaríamos minimizando el riesgo en el
aula, al reducir las ratios, y por otra, sacando el máximo rendimiento a dicho
encuentro. En el caso de no poder contar con una presencialidad física, por
razones de fuerza mayor, como ha ocurrido en los meses de confinamiento que
hemos vivido recientemente, esto se podría trasladar a una presencialidad
virtual.
Que el
aprendizaje es ubicuo y no se restringe al aula física sino que va mucho más
allá, es un hecho irrefutable que se ha puesto de manifiesto en este tiempo
excepcional de confinamiento que hemos vivido. Si bien las personas nos hemos
visto restringidas a un espacio limitado, hemos traspasado los muros de
nuestros hogares para procurar encuentros virtuales con el resto de las
personas, y la educación no ha sido ni puede ser ajena a ello. El debate está
servido.