Education is not
preparation for life, education is life itself.
John Dewey
En la presente
reflexión, vamos a hacer una defensa de la necesidad de incluir la pedagogía
teatral dentro del currículo, dado que supone un recurso esencial para el
desarrollo personal del alumnado, propiciando el autoconocimiento y la
expresión personal. Abre, además espacios para la reflexión, diálogo y acción,
tan necesarios en la formación de una ciudadanía responsable.
¿Qué es?
Según Verónica García-Huidobro Valdés (1996), la
pedagogía teatral es una metodología que utiliza el juego dramático o teatral
para desarrollar diferentes aprendizajes y se caracteriza por: el respeto a la
naturaleza del alumnado al adaptarse a los diferentes procesos de aprendizaje, hacer
más creativo el proceso de aprendizaje, facilitar la capacidad expresiva a
través del juego dramático y aprender desde la afectividad.
La pedagogía teatral[1]
toma como base la expresión, inherente al ser humano, con el objeto de
contribuir al desarrollo personal de este por medio de la estimulación de la
creatividad a través del juego teatral. Pero además, permite ser agente de
análisis crítico y de cambio en la sociedad, características esenciales para la
formación de una ciudadanía responsable.
Si nos centramos en la definición general
de educación,
como “la formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y
afectiva de las personas de acuerdo con la cultural y las normas de convivencia
de la sociedad a la que pertenecen”, no se nos escapa que comparte con el de la
pedagogía teatral un profundo sentido social que nace desde la persona.
¿Por qué usarla?
Este recurso permite desarrollar
un aprendizaje significativo y activo, en el que el alumnado tiene la
posibilidad de poder expresarse libremente, desarrollando su creatividad. Se
basa en el movimiento y en la palabra expresiva, y supone una excusa para
comunicar(se), permitiendo el desarrollo de la capacidad creativa del alumnado
así como de su expresión personal.
El juego dramático es clave en el
desarrollo personal, ya que dota al alumnado de un espacio de investigación y
experimentación con el entorno, de una manera libre y espontánea, permitiendo
una exploración, reflexión y, no menos importante, una transformación de la
vivencia en saber.
Estamos viviendo un momento,
complejo pero privilegiado, de transformación de la educación y sus parámetros,
en el que hay que apostar por que la creatividad y la afectividad sean pilares
fundamentales de la misma, contribuyendo así a la dimensión humana de la
educación. El debate está servido.
[1] Para más
información sobre técnicas, consultar Manual de
pedagogía teatral de Verónica García-Huidobro.
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